LLUVIA




Índice del artículo
Silencios
Silencio opresivo
Silencio habitado

«El efecto de la justicia será la paz, la función de la justicia, calma y tranquilidad perpetuas» (Is 32, 17)
Hay otro tipo de silencio poblado. Es más tranquilo. Es un silencio del que uno se adueña. Se acallan los ruidos que interrumpen, y se deja que resuenen, con calma, voces o memorias, palabras o sonidos que te invitan a pensar, a evocar, a amar. Es un silencio que a veces es puente hacia el Otro, en forma de oración. Es una distancia necesaria con los otros para poner las cosas en perspectiva. Es calma, o es tormenta –que de todo nos pasa por dentro en ocasiones– pero no te domina. En ocasiones es buscado. En otras llega sin prepararlo. Pero todos necesitamos momentos así.
¿Alguna vez te encuentras con espacios así?
¿Hay, en tu vida, espacios de este silencio habitado?
¿Cómo podrías buscarlos?



























Lluvia


Llueve otra vez. Llueve de nuevo. Llueve:
siempre el amor me llega con la lluvia.
Sobre la calle una llovizna breve
y aquí en mi corazón, cómo diluvia...
Llueve. Y el agua cae sin relieve
sobre las piedras, ávidas de lluvia.
Aquí en mi corazón, cómo remueve;
aquí en mi corazón, cómo diluvia.
Siempre el amor me llega así. Sin ruido,
con silencioso paso estremecido:
niebla menuda que después diluvia.
Siempre el amor me llega así, callado,
con silencioso andar desesperado...
Y no sé dónde estás. Y está la lluvia.
Julia Priluzky

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