Esta plegaria tan hermosa fue compuesta por las manos de san Francisco de Asís, pero, evidentemente, con el fuego del Espíritu Santo en él.
El hermano Francisco era todo un erudito de la vida. Sus libros eran las hojas de los árboles, su escuela eran las leproserías y su elocuencia no provenía de los 'mester de juglaría' sino de su pasión encendida por el Evangelio.
Entre sus muchas aventruas, aconteció que unos monjes benedictinos cedieron a Francisco la Iglesia de la Porciúncula (que significa "porción de tierra", en honor a la pequeñez del terreno en que se encuentra). ¡Delicia para el Pobrecillo de Asís y sus primeros fieles hermanos!
Se veneraba allí la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles, debido a las manifestaciones de nuestra Madre en ese aspecto, tal como cuentan.
También Jesús se apareció y le dijo a Francisco que fuera a ver al papa (en el año 1226: Honorio III) para solicitarle que se dieran indulgencias plenarias en aquella humilde Iglesia.
Otro dato curioso es que en este lugar, aparentemente, Francisco recibe en secreto a su hermana espiritual, santa Clara de Asís, para cortarle el cabello y entregarle un hábito, en símbolo de entrega total de su vida a las manos de Dios.
Si desean saber más de este santo tan querido por todos, no duden en escribirme y en seguida estaré informándoles sobre lo que deséen, en la medida de mis posibilidades.
¡Admiremos las obras de nuestro Señor! ¡Démosle Gloria y busquemos incesantemente la conversión de las almas!
¡Paz y bien!
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