Vivir soltando todo ese lastre
que hemos acumulado tan sensatamente
para una empresa que no conocíamos,
pero que nos infundía respeto,
si no inseguridad y hasta cierto miedo.
Porque solo el arte de vivir
ligeros de equipaje
nos abre el horizonte
para ser tus seguidores.
Vivir desintoxicándose
de los humos y drogas que flotan en el aire
y que nuestro cuerpo y espíritu ávidamente
respiran, y asimilan inconscientemente,
como si fuera medicina natural y saludable.
Caminar disfrutando el instante,
sin llevar a cuestas historias interminables
ni carteras con programas y billetes,
sólo empujados por la brisa del futuro
que remueve montañas y mojones.
Nadar como nos trajeron al mundo,
sólo con lo que somos y respiramos
y algún aceite protector y perfumado
para no enfriarnos ni perder el rumbo,
ora vayamos por la superficie o profundizando.
Volar por los aires como anhelamos:
vacíos de materia no espiritualizada
y de espíritu no encarnado en la historia,
dejando, al que viene a encontrarnos, hueco
para habitarnos y hacernos feliz el vuelo.
Soñar un mundo en paz y sin fronteras,
una iglesia sencilla y de perdones infinitos,
una familia de amores vivos y compartidos,
una jornada de encuentros creativos
y un descanso libre de sermones y cotilleos.
Porque solo el arte de vivir
ligeros de equipaje
nos abre el horizonte
para ser tus seguidores.
Florentino Ulibarri
que hemos acumulado tan sensatamente
para una empresa que no conocíamos,
pero que nos infundía respeto,
si no inseguridad y hasta cierto miedo.
Porque solo el arte de vivir
ligeros de equipaje
nos abre el horizonte
para ser tus seguidores.
Vivir desintoxicándose
de los humos y drogas que flotan en el aire
y que nuestro cuerpo y espíritu ávidamente
respiran, y asimilan inconscientemente,
como si fuera medicina natural y saludable.
Caminar disfrutando el instante,
sin llevar a cuestas historias interminables
ni carteras con programas y billetes,
sólo empujados por la brisa del futuro
que remueve montañas y mojones.
Nadar como nos trajeron al mundo,
sólo con lo que somos y respiramos
y algún aceite protector y perfumado
para no enfriarnos ni perder el rumbo,
ora vayamos por la superficie o profundizando.
Volar por los aires como anhelamos:
vacíos de materia no espiritualizada
y de espíritu no encarnado en la historia,
dejando, al que viene a encontrarnos, hueco
para habitarnos y hacernos feliz el vuelo.
Soñar un mundo en paz y sin fronteras,
una iglesia sencilla y de perdones infinitos,
una familia de amores vivos y compartidos,
una jornada de encuentros creativos
y un descanso libre de sermones y cotilleos.
Porque solo el arte de vivir
ligeros de equipaje
nos abre el horizonte
para ser tus seguidores.
Florentino Ulibarri
Comentarios
Publicar un comentario