Cuando suena el móvil es como si el mundo se detuviera y perdiéramos el yo absorto, prendido de la conversaciónlejana.
Incluso subimos la voz, como si estuviéramos solos en el mundo los dos, mi móvil y yo, sin advertir si hacemos ruido, molestamos a otros o estamos pregonando al aire historias que afectan sólo a nuestra intimidad.
Hasta se esfuma el paisaje a nuestro derredor, esta explosión de rojos, ocres, amarillos del melancólico otoño con que las hojas se despiden de su ya viejo verdor de primavera y nos evocan el leve suspiro que somos, distendidos en el tiempo, entre el verano y el invierno.
Párate, desconecta y escucha en directo el rumor de los árboles; aspira los olores del otoño y quémate con el fuego de sus colores, antes de que sea tarde y las ramas se tornen desnudas y ateridas, como tu alma. Que el ruido-ambiente no te prive de sentirte vivo y exclamar con el poeta: “Soy otoño, menos cuando me besas”.
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